ÁNGEL MARÍA CALVO BARCO
Departamento de Etnografía de la Sdad. Aranzadi

FAUSTO DE AROCENA: “La Restauración de la ermita de la Virgen de Uba” (1967)

FAUSTO DE AROCENA
“La Restauración de la ermita de la Virgen de Uba” (1967)
Boletín R. S. B. de los Amigos del País, vol. XXIII, (1967), págs. 439-440. (Miscelánea).
LA RESTAURACIÓN DE LA ERMITA DE LA VIRGEN DE UBA

“Joaquín de Yrizar, artífice mágico de nuestras restauraciones, está poniendo mano en la de esta ermita situada en la capital guipuzcoana. Y está poniendo mano materialmente, como le describía en sus funciones el llorado amigo Mariano Ciriquiain de quien nos estamos olvidando demasiado pronto. Decía, en efecto, de él, que hacía temblar las paredes restaurables, a la captura de algún hueco que le llevase hacia el hallazgo de un paramento profanado por un revoco ocultador de algún nicho o de algún otro rastro arquitectónico.

Al traer ahora el recuerdo de esa ermita, hay que rechazar por lo pronto que el topónimo UBA tenga algo que ver con las viñas que posiblemente habría en las inmediaciones y recordar también a su casi homónima ermita de San Esteban de Hoa, Huua y Oa que aparece erigida en la jurisdicción de Usúrbil.

Hay que poner también un poco de orden en las contradictorias noticias que se han lanzado en algunas publicaciones en orden a la situación de esa imagen y de otra que poseyó también el vínculo del linaje de San Millán. Porque la verdad es que muchos creen que la Virgen de Uba es la misma que, bajo el nombre popular de BIRJIÑA-PEA y refiriéndose no ya a la misma imagen sino a su situación cimera en el patio, respecto al viandante, se situaba en la calle Embeltrán o de Don Beltrán. Esta última imagen se veía todavía en su puesto, según nos hacen ver las ordenanzas municipales de 1735, citadas por don Serapio, y es también este último el que supone que siguió estando allí hasta la destrucción de 1813, planteamiento perfectamente lógico.

Fue Inzagaray, entre otros, quien lanzó la especie de que la imagen se trasladó a la ermita cuando se establecieron las murallas nuevas, es decir, las del Emperador. Pero esa hipótesis entra en colisión con lo que sabemos por Isasti, Lizaso y Camino, y la verdad es que no puede haber ninguna repugnancia en admitir la coexistencia sincrónica de las dos imágenes, de las que una, probablemente en pie, ocuparía el nicho de la calle de Enbeltrán mientras que su congénere sedente recibiría culto en la ermita de Uba.

Isasti registra esta ultima en 1625, Lizaso en el último tercio del siglo XVII y Camino finalmente en 1799 o quizá antes. Todos ellos hacen notar que la ermita se hallaba situada dentro de la jurisdicción de San Sebastián o hacia el partido de Loyola, lo que viene a eliminar un posible emplazamiento urbano.”