ÁNGEL MARÍA CALVO BARCO
Departamento de Etnografía de la Sdad. Aranzadi

ADRIÁN DE LOYARTE: “Historia de Ntra. Sra. del Coro y las Vírgenes Donostiarras” (1940)

ADRIÁN DE LOYARTE
“Historia de Ntra. Sra. del Coro y las Vírgenes Donostiarras” (1940)
Imp. Ernesto Giménez S.A. Madrid, páginas 204-210.
“...Pero sigamos con la descripción de las Vírgenes donostiarras. Aunque son escasísimos los datos que poseemos, a pesar de nuestra tenaz investigación, vamos a dedicar unas líneas a la más reciente de todas ellas. A Nuestra Señora de Uba.

Nuestra Señora de Uba, la Virgen del Dulce Sueño: Existía en las inmediaciones de San Sebastián una ermita llamada ermita de Uba. Esta denominación venía del hecho de que los lugares cercanos a la ermita eran extensos viñedos, que rodeaban a la ermita. Es sabido, a través de la historia de la capital donostiarra, que toda la campiña eran bosques y viñedos. De la uva de estos últimos se extraía el antiguo y olvidado chacolí. Y cuenta la tradición que hallándose trabajando en el campo unos pastores se encontraron en un atardecer, cuando sus labores tocaban a su término, con una imagen abandonada entre los viñedos. Pastores fueron los que vieron aparecer Vírgenes en numerosos casos de nuestra historia. Un pastor a quien se le apareció la Virgen del Camino de León. Pastores, antes que reyes, los que acudieron a la gruta de Belén a visitar y reverenciar a la Virgen Madre. Entre zarzas apareció nuestra Virgen de Aránzazu. Y pastores los que –si hemos de creer a la tradición- vieron a aquellas Vírgenes de Montserrat, Morella, Villarreal y otras, que aparecieron en campos y matorrales.

La imagen era la escultura de una Virgen. Se postraron de hinojos y la besaron. La recogieron después. Y entre oraciones fervorosas, sobrecogidos por el celestial hallazgo, dirigiéronse a la ermita, llevando a la Virgen María en procesión. Allí la colocaron, con varias lámparas encendidas. La noticia corrió rápida por todos los caseríos de las inmediaciones en muchas leguas a la redonda. Y durante varios días la Virgen, colocada en la ermita, fue venerada por la fe de toda la gente del campo.

Desde entonces a la ermita se la conocía por el nombre de la ermita de la Virgen de Uba. Y a la Virgen, por Nuestra Señora de Uba.

Entre la multitud que visitaba a Nuestra Señora de Uba, llegó un día una señora de la ciudad. Esta señora padecía de continuos insomnios. No pudo conseguir, a pesar de sus oraciones, llegar a conciliar el sueño ni una sola noche. Prometió a la Virgen de Uba que acudiría a orarla a pie. Y, efectivamente, la señora cumplió la promesa.

Un día llegó a Loyola. Subió la cuesta, y, puesta en fervorosa oración, pidió a la Virgen la gracia del sueño.

La escasa comunidad de religiosas que vivía en un caserío cercano a la ermita entregó a la señora un pañito tocado a Nuestra Señora de Uba.

Pues bien: desde aquella noche, la señora de San Sebastián colocó el pañito entre la almohada y su rostro, cerca del lado derecho de la frente, con tal fe y con una invocación tan fervorosa, que en pocos minutos se reconcilió con el sueño. Los insomnios desaparecieron. Todas las noches de su vida continuó durmiendo con profunda dulzura. La alegría de aquella señora no tenía límites. Fue la principal propagadora de la devoción a la Virgen de Uba.

Al poco tiempo comenzó a invocársela bajo el nombre de Nuestra Señora del Dulce Sueño. Bastó esta para que la fe continuase pidiendo la gracia de dormir bien. La tradición de esta Virgen continúa. Las mismas religiosas que durante aquella época, 22 de julio de 1850, vivían en comunidad en el caserío cercano a la ermita, son las que actualmente residen en el convento de Dominicas de Ategorrieta.

Pues bien: en otro capítulo hablaremos de ellas. La fe en la Virgen del Dulce Sueño sigue en el pueblo. A pesar de parecer olvidada la devoción, son muchas las personas que piden tocar el manto con rosas de la Virgen para colocarlas en la almohada y dormir.

Es Virgen tan milagrosa, que conocemos personas que guardan como oro en paño hojas de rosas secas que ya tocaron a Nuestra Señora del Dulce Sueño. Actualmente la fe y la devoción es tan ferviente, que millares de habitantes del campo la invocan y veneran. Toda la documentación que existía desapareció en el saqueo rojo de la revolución atea de 1936. Pero se cuentan hechos milagrosos sucedidos a través de los siglos. Mercedes y milagros obrados por la devoción a Nuestra Señora del Dulce Sueño.

La Virgen llamada de Uba, y por cuyo nombre se la conoce más que por la del Dulce Sueño, desapareció de la ermita.

Hoy se encuentra en la capilla del Reformatorio de Menores de Loyola.

La ermita antigua, así como el caserío, pertenecieron al Marqués de San Millán. Se la conocía por la ermita de Nuestra Señora de Uba. La imagen es muy bella. Está bien tallada. Es la Virgen patrona y abogada de las pesadillas y malos sueños. En la lengua vasca se la conocía y conoce por “LO ONEKO AMA BIRGIÑA”. Como decimos antes, la Virgen del Buen Sueño o Dulce Sueño. Es de pequeñas dimensiones.

La ermita era muy frecuentada. Reducida, pero lo suficientemente espaciosa como para que se celebrasen funciones religiosas en honor a la Virgen. A estas funciones acudía mucha gente de San Sebastián.

El rosario de las tardes solía estar muy concurrido. Tenía tres naves. Y un sacerdote con obligación de predicar. La casa solar que allí también existía, según Camino, se llamaba por el mismo nombre de Uba.”